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Facultad de Geología

El Edificio de la Facultad

Ignacio Álvarez Castelao, artífice de varios edificios de la Universidad de Oviedo, entre los que se encuentra esta Facultad de Geología, ha sido definido como “el arquitecto mejor dotado de su generación y uno de los mejores de todo el siglo en Asturias" (Alonso Pereira, J.R.: “Ignacio Álvarez Castelao”, en Artistas Asturianos. Proyecto Astur. Hércules Astur de Ediciones, S.A., 2013, pág. 192).

Nacido en Cangas del Narcea en 1910, obtuvo el título de arquitecto en 1936 y tras su participación en la contienda civil pasó a ser arquitecto de Hacienda en 1941. Por lo tanto, su formación quedó vinculada a las corrientes europeas a las que llegó a través de la vanguardia española de los años 30 del siglo XX, lo que quedó patente en sus obras de mayor madurez. Tal es el caso de esta edificación, primera de las tres facultades que diseñará para la Universidad de Oviedo.

La actitud crítica que mostró hacia la arquitectura nacional de la postguerra le privó de participar en las realizaciones por encargo de esa época y contribuyó a la formación de su personalidad arquitectónica, individualista y alejada de los presupuestos tradicionales. Su primera obra pública de nueva planta fue precisamente la actual Facultad de Geología ejecutada según proyecto fechado en abril de 1965, momento en el que se encontraba ya en plena madurez creativa, tras su contacto con la arquitectura orgánica de Alvar Aalto cuya influencia quedará patente en sus diseños.

El encargo, realizado por el rectorado de la Universidad de Oviedo y autorizado por la Dirección General de Enseñanza Universitaria, fue concebido como ampliación de la Facultad de Ciencias para sus secciones de geológicas (creada por Decreto de 22 de julio de 1958) y biológicas (creada por O.M. de 12 de julio de 1961), aunque no pudo utilizarse hasta el curso de 1969-70.

   

El arquitecto ideó la construcción con dos edificaciones independientes, que responden a funciones y formas diferentes, pero enlazadas entre sí y ancladas en un espacio abierto ajardinado que entonces permitía el aislamiento que su función docente requería. Mientras que el edificio departamental muestra su contención con el uso de la distribución modulada del espacio, alzándose para proteger el aulario, éste último crece y se expande como lo hacen las conchas de algunos moluscos y por ello se contrapone al efecto lineal de su inmediato protector. (ver planos del edificio)

planos del edificio

La grandeza de la construcción radica en las ideas que Castelao transmite a través de los materiales y de los espacios. No se trata solo de crear un lugar, o varios, en los que se desarrollen sin más las distintas funciones propias de la investigación, de la docencia y de la administración (laboratorios, aulas y despachos), sino de integrar estas actividades como parte activa del propio edificio, interrelacionando la función y la forma. Por ello los laboratorios y los departamentos, espacios de investigación individual, se ubican en el bloque lineal en forma de L que acoge, dentro de su área imaginaria, una forma de planta central en la que inserta los espacios de transmisión de conocimiento, de debate, a modo de plaza pública, que según sus propias palabras responde al criterio tan español y que tan acertadamente se refleja en nuestro urbanismo tradicional simbolizado en la Plaza Mayor”. Concepto que se repite, con sus variaciones, en la Facultad de Medicina y en la actual Escuela Politécnica de Ingeniería de Gijón.

La plasticidad y la belleza se concentran en los ecos que Castelao plasma del mundo de lo orgánico, en referencia a las disciplinas habitantes del espacio (geología y biología). En el aulario, los materiales sin revestir, de impacto brutalista y sumamente expresivos (por primera vez aparece en sus obras el hormigón visto), no restan sino suman y señalan el contraste entre lo orgánico y lo mineral, la dualidad entre la línea recta de los paramentos (ocho muros tangentes al círculo central) y la curva de la rampa de subida que dirige nuestra mirada de forma ascendente hacia los vanos que en su momento acogían vitrales de Antonio Suárez, suaves notas de color de luz tamizada.

La conexión arquitectura-artes plásticas se completa con los murales de Joaquín Rubio Camín, alusivos a las disciplinas propias del mundo natural, diseñados en 1967 y ejecutados en 1978 y con los mosaicos de Antonio Suárez. Uno de ellos, colocado en el suelo del aulario nos recuerda a las amebas y sus sinuosos contornos, con formas y colores de la naturaleza biológica.

El otro, concebido como un mural en el espacio en L, remite sin ambages a uno de los más elementales instrumentos de laboratorio: el microscopio.

Esta visión organicista, acuñada en la planta del edificio, se complementa temáticamente con los cinco murales mencionados que visten con su mensaje los paramentos verticales del aulario. En ellos se combinan el hierro, los elementos pétreos y los fósiles, de manera que el primero asiste a los otros dos a través de la creación de estructuras que forman el marco de inserción del resto de las piezas.

Caliza, carbón, cristalografía, geodinámica y paleontología son las distintas ramas o disciplinas que el escultor plasmó en estos murales, y lo hizo extrayendo elementos conceptuales de cada una de ellas con lo que a través del hilo del hierro, como si se tratara de líneas caligráficas, inserta el mensaje en cada una de las composiciones. Si observamos detalladamente advertimos los fósiles extraídos de la tierra, parte ya de ella, su dinamismo como seres vivos que fueron; el recorrido de la explotación del carbón con las galerías de aristas rectas, duras, propias de esta forma de vida; las placas y estratos de la geodinámica que ha marcado la evolución de la tierra con las alteraciones de la corteza terrestre; los paralelogramos que recuerdan los planos de la caliza y los planos que absorben y proyectan la luz jugando con su descomposición polícroma y que dotan de lenguaje artístico a la cristalografía.

La creación del escultor se inserta, por lo tanto, dentro de un mensaje común relacionado siempre con la disciplina de la geología y transforma elementos propios de la naturaleza en componentes creativos capaces de transmitir la belleza visual y la lectura conceptual más allá de sus propias posibilidades. Camín articula a través de estas piezas un vocabulario que nos remite siempre a nuestros comienzos: la Tierra.

A modo de conclusión advertimos que la integración de las artes dentro de la arquitectura incrementa el lenguaje comunicativo de la construcción y añade valor a los espacios diseñados por Álvarez Castelao. Podemos así advertir como el edificio se convierte en un lugar habitable y funcional pero es, a la vez, espacio de contemplación por la fuerza y la plasticidad que se le ha otorgado. Se trata, sin duda, de una admirable muestra de la arquitectura de Castelao que ha pervivido no solo por su presencia real sino también por su valor patrimonial.  

Dª Ana Quijada Espina

 

Nota: algunas imágenes han sido tomadas del libro conmemorativo de los 50 años de la Facultad de Geología de Oviedo, cuyo capítulo 9 está dedicado al edificio de la Facultad. 

Videos sobre el Edificio de la Facultad de Geología